Nuestra
realidad, el todo y la nada. Nuestra alma, nuestra vida y nuestro universo.
Piensa
en que eres un humano, un animal que evolucionó a tal punto que parece estar
arañando las puertas cercanas de otros mundos, en busca de más. Más vida, más
respuestas, más verdades, con un espíritu inquebrantable que a pesar de hallar más
nuevas preguntas en lugar de viejas respuestas no se da por vencido.
Pero
aparte de todo esto, tu vas por ahí sin pensar en ello, vas a la escuela, al
trabajo, sales con tus amigos, ríes con tu familia, amas a aquella persona,
sufres por los problemas, odias los lunes llenos de obligaciones, disfrutas de
una buena película, recuerdas tu niñez con nostalgia, piensas en el “hubiera”,
te preocupas por tu futuro mientras te ocupas en el presente, pagas deudas,
contraes nuevas, te enfermas y te alivias, haces lo que decides hacer, lloras
por la muerte de un ser querido, ríes de un buen chiste, cantas tu canción
favorita o la que alimente a la melancolía en ese instante, bailas para sacar
el estrés, practicas algún deporte, desde soccer hasta rapidez de dedo con el
control remoto. En fin, haces tu vida, la vives y lo demás es lo de menos.
Sin
embargo a pesar de que te encierres en tu pequeño mundo de vida material y banal,
siempre se filtra algo de filosofía en esa pequeña burbuja, lo que nos hace plantearnos:
“bueno, aquí estoy, vivo, respiro, existo, ¿y luego qué?, ¿Por qué estoy aquí?,
¿cuál es mi razón de ser?”.
Muy
bien, si pensamos en la inmensidad del universo, y lo comparamos con nuestra
vida, nuestra pequeña vida de, en una persona muy suertuda, cien años, bueno es
obvio que contra el universo somos nada, somos insignificantes, así que si a el
universo no le importo, el a mi menos.
El
poder de la mente es tan inmenso que nos permite crear una realidad desde un
punto de vista único en todo el universo. Hace mucho descubrí que por más que
dos personas observen un arcoíris al mismo tiempo, jamás verán el mismo, ya que
la dispersión de la luz varía con respecto al ángulo desde el cual se está
viendo, por lo tanto, a menos que veas con mis ojos, siempre estarás viendo
otro arcoíris.
La
observación es la base de todo conocimiento, y uno piensa que si ves un fenómeno
de lejos, si solo lo observas, no estás interfiriendo, pues los fenómenos
suceden de una forma estricta. Sin embargo la mecánica cuántica nos hace entrar
en conflicto con nuestra forma de pensar, pues con el experimento de doble
ranura se descubrió que el simple hecho de observar puede colapsar la forma en
que un fenómeno sucede.
Pero
a qué viene la mecánica cuántica y la mecánica clásica en todo esto. Bueno,
simplemente nos dice que en la vida no se puede pasar como observador sin que
esto la afecte, somos únicos en el universo porque somos únicos por dentro, en
nuestra singular forma de percibir la realidad, de darle forma, de volverla real.
Un
árbol que cae en una selva, ¿hace ruido si no hay alguien que lo escuche?, ¿el
universo está ahí si no hay nadie que lo vea, que lo perciba?
La
respuesta para un investigador de física cuántica, algún doctor que haya
dedicado su vida a eso, será pensar en el gato más famoso del mundo científico,
es decir que Garfield está descartado, el gato de Schrödinger.
El
universo existe y no existe hasta que el observador lo nota o no lo nota,
entonces desde ese momento, el universo o existe o no existe, solo una y no las
dos.
En pocas palabras tú eres
la parte más importante en el universo, jamás olvides que el universo depende
de ti y por lo tanto puedes o no hacer de él lo que quieras, ateniéndote a las
consecuencias.